Las expulsiones en vuelos organizados de forma coordinada por los Estados y finanaciada por la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), suponen un gasto de 3.000 euros de media por persona expulsada. La “limpieza” fue silenciosa, con la cortina corrida. Sin ruborizar a medio mundo como ocurrió en Melilla o Calais. De hecho, un buen número de estos vuelos se planifican de madrugada.